Detrás de una crisis siempre llega una gran oportunidad y el covid-19 no será la excepción para el sector aéreo que sirve al país, que debe entender que nunca será lo mismo

El servicio aéreo nacional que transporta pasajeros entre los diferentes aeropuertos del país y que comunica a los usuarios con docenas de destinos internacionales, tiene la obligación de reinventarse y olvidarse de buscar ayudas escasas del fisco nacional, que no es nada distinto que pedir recursos públicos para un negocio privado, que no debe ser inferior a su reto futuro de volver a nacer más pequeño y eficiente para poder garantizar la sobrevivencia de las empresas tradicionales.

Lo que están viviendo las aerolíneas recuerda mucho a cuando explotó la burbuja de internet a comienzos del siglo XXI y desaparecieron las empresas pioneras, pero dieron origen a los gigantes que hoy dominan al sector. No obstante, Apple y Microsoft se consolidaron y aún pelean de tú a tú con las nobísimas compañías disruptivas. Seguramente, las más grandes del mundo se mantendrán muy fuertes, pero el poscovid será el cruce del Rubicón de las eficientes e innovadoras.

Fitch acaba de rebalancear a las empresas de la región y casi todas tienen una nota que compromete su futuro. Un hecho que no es más que una oportunidad para que sean distintas y entiendan que el negocio cambió y que las compañías grandes, ineficientes y aparatosas de otrora están mandadas a desaparecer para darle paso a otras más pequeñas, cumplidas, seguras, baratas y competitivas. La nueva normalidad necesita más que nunca de compañías aéreas eficientes que se amolden a la economía emprendedora que requiere muchos trayectos, un gasto que está descontado como una inversión pero nunca como un desangre. Se necesita de empresas aéreas que interpreten su estilo de vida y que no sean un sujeto pasivo que solo debe pagar.

El mercado aéreo local tiene muchas particularidades que lo hacen muy interesante y le ha permitido a las tres grandes aerolíneas de la región competir en libre mercado. Solo en Colombia, Avianca, Copa y Latam comparten el mercado en igual de condiciones sin ninguna preferencia gubernamental, tal como ocurre en otros países en donde hay intereses de los gobiernos en darle privilegios a sus empresas locales.

Copa ha apostado por Wingo en la categoría regional y de bajos costos; Avianca ha hecho lo propio con las tarifas diferenciadas, y Latam poco a poco se la juega por la puntualidad y las conexiones internacionales. En apariencia es un mercado de más de 30 millones de usuarios anuales que es dinámico y en el cual hay dinero para todas las empresas, pero si entienden los ingresos de kilómetro-pasajero que es muy rentable, pues aquí no hay alternativas terrestres para moverse entre Bogotá y Cali o Bogotá y Medellín: mucho menos entre la capital y cualquiera de las ciudades de la Costa Caribe.

Las empresas que subsistan deben competir con calidad y precios en la nueva normalidad no esperar que el Gobierno las salve y evite con leyes o decretos que los usuarios puedan elegir lo más adecuado para sus gastos aéreos. Poco a poco el país ha mejorado los aeropuertos y hay conectividad aérea, pero las aerolíneas no han encontrado el modelo de negocio que les garantice el futuro.

El nuevo usuario aéreo es el mismo de siempre, pero con miedo a las aglomeraciones, multitudes y al contacto. Esto les permitirá repensar los costos, las obsoletas salas VIP, la comida en los vuelos, el checking y toda la parafernalia de otras épocas. La cuarentena les está dando tiempo para reinventarse.

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